1.4.19

Era guapísimo y todas querían con él. Todas tenían de 16 a 18 años, estando yo en los 17.

Yo era fea pero platicabamos "de cosas de hombres" , por que yo nunca fui "como las demás", así que cómo yo no podía cogérmelo, como todas; era la amiga. O "amigo", como una vez me lo dijo, despojándome de mi femineidad y mucha, mucha de mi autoestima con ello. Pero yo era fea.

Las morras se sentían con la libertad de hablarme de sus hazañas. La hora "del recreo" se resumía a la morra más guapa presumiendonos que se lo había tirado y que era una maravilla en la cama. Verga de oro, casi casi. Llegó una nueva, más guapa que todas y de 16 años. Se metió con todos antes de llegar a él y así nos lo hizo saber, por que al parecer era super necesario contármelo todo a mi. Al amigo/a. También me contó que lo hacían sin condón y que si se embarazaba se lo iba a enjaretar por que andaba bien pendejo intenso tras ella, tan enculado y obsesionado con su cuerpo que lo tenía comiendo de la palma de su mano. 

Desde ese momento ella me dio asco. La típica idiota bonita que logra lo que quiera con el cuerpo. Y más asco aún, estaba hablando a los 16 años de enjaretarle un hijo a la persona de quien yo estaba perdidamente enamorada en secreto. Yo era una 100tifika en potencia, alguien "diferente a las demás" mientras ella era White Trash estúpida y naquísima, que consiguió ser edecán de una marca cervecera mintiendo sobre su edad al tener un cuerpo escultural y ningún reparo en usarlo para conseguir sus medios. "Puuuuuuuuuuta".

En efecto se embarazó y en efecto se casaron. Por mucho tiempo pensé que por cumplirle y no abandonar al hijo, pero seamos sinceros. ¿Una morra de 16 años? Eso es un tanto ILEGAL. So, se casaron. 

Pasaron varios años, pasaron muchas cosas. Cosas tan pinches densas que te hacen creer en esa mamada del destino, por que no me puedo imaginar cómo se debió mover toda la puta maquinaria para que me lo encontrara años después en Cancún diciéndome que me amaba... Y toda esa letanía que viene en el instructivo del infiel: "me voy a divorciar, ya nisiquiera hablo con mi esposa, estamos enojados, ella ya anda con alguien, no le hacemos daño a nadie mientras sea secreto, nunca haría esto pero descubrí que todo este tiempo te amé a ti", etc, etc, etc.

Estoy segura que si hubiera sido yo lo hubiera mandado a la verga, pero he aquí el plot twist. No era yo. 

Todos esos años (de los 17 a los 20) mis enfermedades mentales habían sido subestimadas y mal tratadas. A los 17 me había mal diagnosticado un psiquiatra como bipolar y aparte me violó, so, mi mente estaba mal. MUY MAL. Cuando digo que no era yo lo digo en serio. Estaba en plena disociación de personalidades y ya no era fea. 

Le dije que sí con una gran sonrisa. No una sonrisa alegre, enamorada como alguna vez lo estuve; una sonrisa llena de maldad y rencor y sed de venganza. Una sonrisa de odio exquisito.

Me voy a ahorrar los pormenores, no por respeto a su recuerdo si no a mí misma. Sólo diré que por mi parte no hubo placer sexual como tal. Su verga de oro nunca funcionó bien conmigo y eso fue precisamente de dónde mi alter ego se agarró para destruirlo. Su frágil masculinidad y los miles de pedos mentales no tratados que volcó en "nuestra relación". Entre más lo humillaba y sobajaba más obsesionado estaba en conseguir conmigo "su familia soñada". Le hizo una cantidad de daño irreparable a su hija en éste proceso, arrastrándola en su enferma obsesión conmigo. Ahora comprendo que también a su esposa.

Muchos años yo pude vivir conmigo misma convenciéndome de que esa puta siendo cómo era ahora estaba drenándole el dinero. Sus costumbres no habían cambiado y se seguía tirando a medio mundo. Pobre de la niña con esos padres, pero ese no era mi pedo. Secretamente? Incluso me daba un gusto muy enfermizo pensar que yo me andaba cogiendo al guapo a sus espaldas. No sólo eso; ahora yo lo tenía comiendo de mi palma. Justicia divina.

Pasó el tiempo y me cansé. 

Me empezaron a tratar por otro problema y fui más consciente de mi enfermedad mental. Quise salir de ella. Me enamoré de alguien y con más bríos quise salir de ese infierno.

Tan pronto llegó alguien a mi corazón, lo fui sacando. Un proceso difícil por que al ser mi amor virtual un imposible me desquitaba de vez en cuando físicamente con el pendejo. De algún modo él también sabía que no era una amenaza por lo que el chantaje no fue tan fuerte; solo seguía la insistencia de formalizar lo nuestro. El ruego de que lo amara.

Entonces llegó Alan. Por primera vez supe lo que era un amor honesto, correspondido, real. Saqué a Daniel de mi vida por completo. Aparte dejé Cancún. Sané un poco.

Todo era risas y diversión hasta que murió mi bebé. Fui por sus cenizas, fui a cerrar ciclos. 

Nuevamente estaba psicológicamente deshecha. Todo avance se fue a la verga. Recordé cosas que había reprimido. Volvió mi disociación más fuerte, recordé que aborté un feto suyo. 

Cuando me buscó rogando nuevamente, chantajeando con su integridad y mostrándome que tanto su familia real, lo que alguna vez fue, toda su vida estaban perdidas, poniéndose tan vulnerable y patético en mis manos le dije que todo había acabado.

Le dije que todo este tiempo mi alter ego, producto de mi peor enfermedad mental sólo lo había usado para salvarme, para no dejarme morir de rabia y dolor. Que todo lo que tuvimos fue una broma para entretenerme. Que incluso mi cuerpo había rechazado su maldita semilla vomitándola violentamente como la vil basura que era. Le dije que todo acabó.

Acto seguido me llega un e-mail dónde lastimosamente habla nuevamente de su hija y cómo la estoy afectando. Me culpa de dejarla sin padre.

Me avisa que se suicida. 





... 


Años tardé soñándolo. Años tardé deprimida por la culpa. Casi me mato a mí misma.


Han pasado 12 años y lo que más trabajo me ha costado es pasar de diagnóstico a otro. Mi lucha con el trastorno disociativo da par un libro.

Lo siguiente que más trabajo me ha costado es lidiar con la culpa. Convencerme de que alguien se suicida por y para sí mismo. Comprender que es el acto máximo de chantaje y manipulación. Comprender y creerme que yo no dejé a esa niña sin padre. Reconocer que la otra mujer es víctima también. Lo ha sido toda su vida, al igual que yo. Al igual que muchas. 


No hay comentarios: